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miércoles, 11 de marzo de 2015

Soja, de las catástrofes naturales a los destierros de originarios

Soja, de las catástrofes naturales a los destierros de originarios 

Santa Fe, Córdoba, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero y San Luis sufren hoy la adversidad de las inundaciones, con más de cinco mil personas evacuadas, más de 12 muertos e innumerables pérdidas materiales.

¿Victimas de la fortuna del clima o del oportunismo económico de la soja?


No es casual que las inundaciones catastróficas están sucediendo, por una parte, en el corazón de la principal zona sojera del país Santa Fe – Córdoba ( Buenos Aires tambien es parte pero actualmente no esta sufriendo inundaciones), donde se cultivan más de 10 millones de hectáreas de soja, el 71% de la superficie total sembrada en el país.
Y por otra parte, en los nuevos centro de explotación sojera Tucumán y Santiago del Estero.
Estas provincias son victimas del desmonte, el monocultivo, el uso de agrotóxicos y la falta de planificación a nivel de agro como en infraestructura para estar un paso delante al cambio climático, que afectan a las poblaciones menos favorecidas que son las primeras victimas afectadas por los temporales.

El desmonte sistemático de forma masiva para el cultivo y avance de la frontera sojera genera consecuencias, el suelo pierde su capacidad absorbente y por ende este no puede absorber el exceso de agua de lluvia.
Santiago del Estero es la provincia con mayor deforestación del país en las últimas dos décadas y donde más se viola la Ley de Bosques: según datos oficiales, entre 1998 y 2007 se desmontaron 1.048.762 hectáreas; mientras que desde la sanción de normativa forestal nacional (fines de 2007) hasta fines de 2013 se deforestaron 623.848 hectáreas, de las cuales 320.231 hectáreas eran bosques protegidos. En Córdoba, donde apenas quedan en pie 500.000 hectáreas de bosques nativos (el 4% de los originales), entre 1998 y fines de 2013 se desmontaron 292.790 hectáreas. Por su parte, en Santa Fe, que también perdió gran parte de sus bosques, se deforestaron 58.736 hectáreas durante el mismo período. No hace falta mencionar que la mayoría de esas hectáreas están ocupadas hoy por soja.

"El sector productivo está completamente enceguecido por un afán productivista, cortoplacista y egoísta como nunca se ha visto en la historia del campo ni el agro en Argentina" explica Jorge Capatto, director de Proteger.

Aparte de las problemáticas ya mencionadas se suma el de la siembra directa, técnica que trae aparejada diversas consecuencias, sistema que produce alta contaminación, desaparición de especies como las liebres, perdices que ponen huevos infecundos y alteraciones negativas del suelo.

En cuanto al uso de agrotóxicos, la soja como monocultivo a gran escala, genera múltiples desequilibrios en el ecosistema, esto provoca la aparición de plagas. Es así como el uso de agrotóxicos queda indisolublemente ligado a las prácticas de monocultivo. Dentro de estas prácticas, la del monocultivo de soja es una de las más dependientes de una gran cantidad de aplicaciones de agrotóxicos.
Herbicidas, insecticidas y funguicidas son aplicados a lo largo de todo el ciclo del cultivo de soja, para asegurar que el negocio esté protegido y sea rentable. El uso de estos agrotóxicos produce impactos negativos en la salud de los trabajadores, la población cercana, la biodiversidad y también en la tierra, el agua y el aire.

A los problemas ambientales que provoca el monocultivo de soja, también se suma el flagelo de las comunidades originarias corridas por el avance de la frontera del monocultivo.
Un ejemplo es el del desmonte en el Departamento San Martín en 2013 con el aval del gobierno de la provincia de Salta, que dejo a cientos de ciudadanos expuestos a efectos adversos como enfermedades y el destierro.




Los pueblos y naciones originarias, vienen tolerando la expulsión de sus tierras originarias realizadas por terratenientes que desmotan miles de hectáreas con el consentimiento de los gobiernos provinciales, en el caso de Salta el peronista Juan Manuel Urtubey, que no modifico esta política de expansión latifundista implementada en la década del ‘90 por su antecesor, el también peronista Juan Carlos Romero.

Cientos de familias aborígenes* expulsados de sus tierras ancestrales, en el Chaco salteño, llegaron de emigrantes internos a las ciudades de Tartagal y Gral. Mosconi entre las más importantes. Estos conviven a diario en la periferia de estas ciudades, constituyendo el aumento de los bolsones de pobreza, desocupación y desnutrición en el norte de Salta. Viven sin servicio elementales, sin agua, sin luz, sin cloacas. Deben adaptarse al clientelismo, lo que los degrada ante la ruptura de sus pautas culturales. Ya no dependen de la selva y el monte donde existieron históricamente.

Al fenómeno de lluvias extremas que se sucedió en las ultimas semanas y viene en crecida a lo largo de la Argentina en los últimos años, se suma el desmonte indiscriminado a causa del monocultivo de soja que no solo es un factor mas para generar inundaciones sino que destierra y margina a los pueblos originarios por la extensión de la frontera sojera. También la falta de planificación, control e infraestructura por parte de los gobiernos provinciales y nacional, logran una conjunción de factores que generan las catástrofes de las que somos testigos.




*: Entendemos como aborígenes según la acepción "Ab origine" : Desde su origen.







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